Ya han colocado el letrero
de “se hacen capirotes”.
El ambiente se hace especial.
Como cada año, la emoción,
los sentimientos, los recuerdos,
afloran en la mente de cada
cofrade cuando llega Febrero.
Fue en aquella calle de mi barrio
donde leí aquel cartel
“se hacen capirotes”,
y allí fue donde encontré
aquel hombre estremecido simplemente
al recordar que este año no va a salir.
No le quedan fuerzas,
pero recuerda como cada año
le pedía fuerzas
y salud a su Cristo.
Pero sabe que Él tiene planes distintos.
Este año lo verá por su Carrera Oficial,
su barrio, su Templo,
pero él no va a salir.
Seguirá soñando cuando
se ceñía un costal, se apretaba la faja
y calzaba unas zapatillas
para ser costalero de Jesús y de María
en una eterna chicotá.
(A todos los hombres del costal, y el martillo
Que en su día decidieron dar su última chicotá)
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